En iteNlearning apoyamos desde hace tiempo la idea de que la política educativa debería apoyarse en una concepción de la Educación Basada en Evidencias. Pensamos que es necesario escapar de la concepción de la educación como un arte, que lleva a un debate circular, para acercarse, allá donde se pueda, a unas verdaderas Ciencias de la Educación, que es el nombre de las facultades donde los futuros profesionales del ramo se forman. Buena prueba de nuestro compromiso con esta visión es esta entrada en nuestro blog de hace casi dos años. Aunque puede rastrearse fácilmente en todo nuestro trabajo desde hace más de dos décadas.
Por eso estamos apoyando decididamente la iniciativa #CienciaenelParlamento desde que supimos de su existencia. Como se indica en su página web, Ciencia en el Parlamento “es una iniciativa ciudadana independiente que tiene como objetivo que la ciencia y el conocimiento científico sean cada vez más importantes en la formulación de propuestas políticas”. Este movimiento, Ciencia en el Parlamento, se hizo público el pasado mes de enero, y en muy poco tiempo ha conseguido movilizar a un buen número de personas e instituciones. El 7 de febrero sus impulsores presentaron sus ideas en la Mesa del Congreso, según recogió la agencia Europa Press aquí y puede verse en la imagen que encabeza este texto.
Desde iteNlearning coincidimos totalmente con los impulsores de la iniciativa, y vemos con ellos que «sin duda la educación es probablemente el tema más importante en el cual la política basada en la evidencia debe implicarse», como nos indicó por correo electrónico Andreu Climent, el promotor principal de Ciencia en el Parlamento. El principal problema que debe solucionarse es el hecho de que los avances científicos sobre cómo aprendemos no llegan a la escuela. Esta entrada reciente lo explica muy bien para el caso de la lectoescritura: si hay un consenso claro en la comunidad científica sobre cuál es la mejor manera de enseñar a leer, ¿cómo es posible que se utilicen otras técnicas en las aulas? Pero esto puede valer también para otros ámbitos del aprendizaje. Se trata de un hecho escandaloso, teniendo en cuenta las altísimas tasas de fracaso escolar o de abandono escolar temprano que sufrimos, y que podrían paliarse sin duda.
Hasta hace unos años, la psicología evolutiva estudiaba el desarrollo de los individuos considerando el cerebro como una caja negra, y analizando bajo el método científico las acciones y comportamientos de los bebés, los niños y las niñas. Actualmente, el conocimiento que nos aportan las ciencias y tecnologías del conocimiento, y las Neurociencias especialmente, nos permiten comprender de manera directa e inmediata los mecanismos que subyacen en el desarrollo del cerebro y su relación con el aprendizaje. Naturalmente, es preciso actuar con la modestia propia del método científico, donde todo está en continua revisión. El conocimiento del cerebro es el gran reto para la ciencia en el siglo XXI, porque aún estamos muy lejos de comprenderlo como nos gustaría. Sin embargo, sí hay un consenso científico asentado en algunas cuestiones particulares. Las Neurociencias, por ejemplo, ya sí aportan muchos conocimientos sobre cómo el cerebro humano adquiere el lenguaje, la lectoescritura, el procesamiento numérico, cómo de importante es la regulación emocional, cognitiva y conductual, etc. y todos ellos deben incorporarse tanto en la formación de los docentes como en los programas educativos.
En algunos países se han tomado esto muy en serio, y cuentan con bancos de datos sobre evidencias científicas para la práctica educativa. Es lo que sucede con estas páginas web institucionales de los gobiernos de Estados Unidos, Australia, Alemania o Perú, Hay otros organismos internacionales con iniciativas parecidas, como las del Banco Interamericano para el Desarrollo. En otros países son iniciativas desde el tercer sector, como en Inglaterra. Por último, uno de los casos más interesantes es el de Francia, que en noviembre anunció la creación de un Consejo Científico para la Educación Nacional, y que ya está dando buenos frutos. Sin duda la creación de una iniciativa similar en España sería una gran noticia.
En nuestro país uno de los movimientos más interesantes son las jornadas «Las pruebas de la educación», que tuvieron su primera edición en 2017 en Bilbao, y que este año ya se han celebrado también (ver aquí su web). Se trata de un evento organizado por la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU y el Consejo Escolar de Euskadi, con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Por su parte, el Ministerio de Educación, a través del Centro Nacional de Innovación e Investigación Educativa (CNIIE), está haciendo un encomiable esfuerzo en esta línea, como puede verse en su próximo Congreso de Educación Infantil y Neurociencia, donde en iteNlearning tenemos una presencia destacada y sobre lo que volveremos en futuras entradas de este blog.