El programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo establece como su objetivo número 4 «Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos». Este objetivo puede verse detallado en su página web. Es la educación primaria universal. En muchos países el reto consiste en «asegurar que todas las niñas y niños completen su educación primaria y secundaria gratuita de aquí a 2030». Sería un avance enorme a nivel mundial.
En España y en otros países avanzados, la tasa de escolarización por suerte es muy alta. Nuestra meta es mejorar los resultados de los estudiantes. Las preguntas son: ¿cuánto más es razonable mejorar?, y ¿qué objetivo deberíamos ponernos?
Recientemente se intentó poner estas preguntas en contexto en el blog del Banco Mundial, en una entrada muy interesante y cuya lectura recomendamos. Una de sus conclusiones es que la mejora es más probable en los cursos inferiores que en los superiores; este punto es muy importante. Otra es que se puede mejorar mucho, independientemente del nivel inicial: incluso países con resultados muy buenos pueden mejorarlos más aún, como China, Singapur o Korea. También sucede, y esta es la tercera conclusión, que hay países que pueden incluso llegar a retroceder. Lo más habitual es experimentar pequeñas mejoras: la cifra genérica que se ofrece está aproximadamente en un punto porcentual de mejora por cada año. Aquí ya tenemos una referencia.
El problema en España es que pertenecemos al pequeño grupo de países donde los resultados han ido a peor. Como destaca la OCDE en su Resumen España, un documento de dos folios con información condensada publicado este mismo año, «el porcentaje de estudiantes de bajo rendimiento en matemáticas aumentó un punto porcentual entre el 2003 y 2012». Terrible. ¿Qué podemos hacer? Como indica el mismo documento: «El primer paso para los gobiernos es hacer del bajo rendimiento una prioridad educativa – y convertir esa prioridad en recursos adicionales».
Precisamente el director del informe PISA, y director de Educación de la OCDE, Andreas Schleicher, ha vuelto a insistir en esta recomendación en su visita a España de hace unos días, como recoge el diario El Mundo en una entrevista esclarecedora disponible aquí. Incluso da pistas sobre lo que se debe hacer: «»En Finlandia, el 30% de las horas escolares son fuera de las aulas para el apoyo a niños con alguna necesidad especial». Se puede decir más alto pero no más claro: hacen falta programas de éxito escolar y atención a la diversidad, dentro de una filosofía de escuela inclusiva.
Por eso no se puede no probar programas de este tipo. Y evaluarlos, dentro de una concepción de Educación Basada en Evidencias, a la que ya dedicamos una entrada en este blog. Veamos a continuación algunos ejemplos de programas de mejora educativa y sus resultados.
En Estados Unidos se introdujo un programa experimental de este tipo en Educación Infantil con un gran impacto. Se denominó «El mundo de PEEP» y sus resultados han sido publicados en enero de este año en este documento. En su página 28 puede leerse que los escolares que lo siguieron tuvieron una mejora en sus resultados con respecto al grupo de control de un 18% en el caso de los angloparlantes y de un 29% entre los hispanoparlantes. Impresionante. El estudio se hizo sobre una población de 400 familias.
En otra entrada reciente, esta vez en el blog del Banco Interamericano de Desarrollo, se hace un análisis de un programa de éxito educativo en preescolar y el primer curso de Primaria con población desfavorecida denominado MiMate que se llevó a cabo en Perú. Este programa consiguió unas mejoras de seis puntos porcentuales superiores a las de los grupos de control que no lo siguieron, según un análisis de 2.400 niños y niñas en 197 escuelas.
Casi toda la literatura al respecto se basa en acciones llevadas a cabo en países en desarrollo. Incluso hay revisiones sistemáticas como esta del Banco Mundial. Uno de los estudios más interesantes, sin embargo, es en países desarrollados, en una experiencia del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford, disponible previo pago aquí, donde se concluye que un determinado software adaptativo (The Number Race) ha mostrado su eficacia para mejorar el pensamiento matemático de escolares en Infantil. Las tasas de mejora varían: son más altas por ejemplo en cálculo mental y más bajas en la representación semántica de números.
En España parece que hasta ahora no hemos sabido acertar, aunque hay experiencias interesantes. Por ejemplo, en la Comunidad Valenciana se ofreció una propuesta didáctica para mejorar la expresión escrita en el primer ciclo de Educación Primaria (año 2009) que está disponible aquí en forma de libro resumen del proyecto. Por desgracia, no hay datos numéricos de ningún tipo con respecto a resultados.
La mejora del rendimiento de los estudiantes es una obligación moral pero incluso también económica: según este estudio internacional, si todos los estudiantes españoles de 15 años alcanzasen por lo menos el nivel básico de rendimiento en PISA, el PIB de España en el año 2095 podría ser un 15% más elevado. Así que, aunque sea por egoísmo financiero, ¡invirtamos en mejorar los resultados de los estudiantes!
Modestamente, en iteNlearning hemos llevado a cabo una experiencia de mejora de resultados en Lectoescritura y en Matemáticas en 122 centros educativos públicos, y con utilización de tecnología, con una población de 3.783 estudiantes participantes en Lectoescritura y 1.722 en Matemáticas, en los cursos de 3º a 6º de Primaria. Pero sobre eso hablaremos en otra entrada del blog. Permanezcan atentos a sus pantallas.
Fotografía de Luana Fischer Ferreira, extraída del Banco de Imágenes y Sonidos del INTEF.